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Leer cuentos a nuestros hijos es una actividad familiar que proporciona muchos beneficios:
Ayudan a conciliar el descanso y a tener bonitos sueños.
Desarrollan el futuro hábito de la lectura independiente.
Estimulan el desarrollo del lenguaje (comprensión, vocabulario, integrar estructuras sintácticas, pronunciación, etc.)
Estimulan la creatividad e imaginación; la habilidad para anticipar y predecir hechos, y desarrolla el pensamiento reflexivo.
Ayudan a potenciar la atención, la escucha activa y ejercita la memoria, capacidades necesarias para luego poder adquirir aprendizajes más complejos.
Ayudan a integrar normas de conducta y a comprender comportamientos.
Proporcionan la oportunidad de desarrollar valores y adquirir conceptos éticos y principios muy complejos que de otro modo serían muy difíciles de transmitir a temprana edad.
Crean lazos de cariño entre los adultos y los niños. El dedicarles ese espacio les hace sentir muy especiales, potencia su autoestima y crea momentos maravillosos para el recuerdo.
Sobre esto se ha hablado mucho y seguro que estos beneficios ya los conocías. Yo hoy vengo a hablaros de algo que va más allá. Algo que, además de aportar estos beneficios que os acabo de enumerar, aporta otros muchos que os explicaré en un momento.
Antes, os quiero poner en situación. Voy a hablaros sobre qué significa “jugar un cuento”. ¿Alguna vez viendo una serie o una película has deseado que el actor haga o diga algo distinto a lo que estaba ocurriendo? Pues imagina que esto pueda hacerse realidad. Cuando “jugamos un cuento” con nuestros hijos ellos tienen la posibilidad de elegir qué va a ocurrir. Pueden decidir qué hacer o qué decir. Como es lógico, para que esto suceda antes debe haber una planificación. La historia o el cuento que vayan a jugar debe estar creado por nosotros de antemano para que nuestros hijos puedan navegar por él.
Por otro lado, para conseguir una implicación total por parte de nuestros hijos, debemos elegir una temática que para ellos sea interesante. Podemos preguntarles con anterioridad y partir de su interés (una historia de fantasía, de piratas, sobre el espacio, con dinosaurios, sobre la búsqueda de un tesoro, …) las posibilidades son infinitas. Lo importante es que ellos sean los protagonistas.
Una vez creada la historia comienza la magia. Meteremos en contexto a nuestros hijos explicando dónde están, quiénes son, por qué están ahí, si tienen alguna misión concreta, etc. y a partir de ahí tan solo hay que dejarles que avancen en la trama. En nosotros está el guiarles si se despistan. Podemos ayudarles interpretando a los personajes con los que se encuentren (poner una voz distinta a la nuestra siempre gusta y les sumerge aún más si cabe), dejando pistas o ayudando con las descripciones.
Cuando se acostumbran a este tipo de juegos o si ya tienen una edad adecuada, podemos añadir características numéricas a cada personaje y meter dados y reglas sobre las acciones que se van a dar durante la partida. Si hacemos esto ya estaríamos iniciando lo que se denomina un juego de rol. Hay muchos reglamentos súper fáciles (no más de una página) gratuitos en internet. Si os interesa, en mi web Estuviendo.es dedico un capítulo a esto y hay unos enlaces para descargar estos manuales que os comento.
Volviendo a los juegos de rol, cuando vuestros hijos jueguen con vosotros a esto van a descubrir un mundo repleto de aventuras, de emociones, de situaciones tan excepcionales que van a querer repetir.
Los beneficios de los juegos de rol son muchos. Los más destacables para mí son que aprenden a solucionar conflictos por ellos mismos, aprenden a trabajar en grupo (suele jugarse en grupos de 3 a 5 jugadores), a cooperar entre ellos, a respetarse. Además, es un juego colaborativo, la competición no existe, todos luchan por conseguir un fin común. Es un momento social que supera con creces a la mayoría.
Imagina que el grupo de jugadores tiene que entrar en un lugar que está vigilado para obtener un libro mágico. Ayudados por tu descripción comenzarán a elaborar un plan teniendo en cuenta todos los factores descritos. Van a barajar muchas opciones y deberán elegir la más beneficiosa para ellos. Lógicamente, en todos los juegos de rol para niños, la violencia no está contemplada. Sí puedes despistar, congelar, hacerte amigo de los vigilantes, entrar sin ser visto y cualquier otra cosa que el sistema de juego o la historia pueda contemplar.
Para ir terminando, si tienes hijos, sobrinos o si tus amigos tienen niños, prueba a jugar un cuento o una historia y verás el resultado. Compartirás con ellos emociones y crearás un vínculo tan grande que querrás repetir.
Si quieres comentarme algo al respecto, puedes encontrarme en Instagram como @estuviendo o en estuviendo@gmail.com
Un saludo, sed felices.
Manuel García. Docente y creador del podcast Estuviendo.