Los dichosos deberes

Hace poco hemos tenido la festividad del día de Andalucía. Nuestros peques y muchos adultos han tenido puente por lo que se les ha unido unos valiosos días libres. Días que tanto niños como adultos estábamos esperando como agua de mayo.

En mi localidad, Utrera, es tradición que cada 28 de febrero se haga un paseo en bicicleta por la ciudad. Cada año son miles las personas que acuden a esta cita. Casi de forma mágica Utrera se llena de bicis que invaden las principales calles. Desde los más pequeños hasta los más mayores (no exagero) pedalean juntos durante la mañana compartiendo un precioso y memorable momento.

Yo, como no puede ser de otra forma, participé junto a mi hijo y mi padre. Lo mismo hicieron mis amigos con sus hijos. Teníamos planeado que, tras el paseo, iríamos a almorzar juntos y pasar la tarde.

Al acabar el paseo y empezar a planear qué íbamos a hacer, una de las familias nos comenta que, después del almuerzo, no pueden estar mucho tiempo ya que uno de sus hijos tiene que hacer deberes.

Entonces me vino a la mente una idea, una práctica que llevo a cabo desde hace mucho tiempo como docente y que, según mi punto de vista, debería ser la tónica de muchos centros educativos.

Antes de exponerla permitidme poneros en situación:

Cuando comienza la semana mucho son, o mejor somos, los que comentamos con los compañeros de trabajo eso de que “ya es lunes otra vez”, “vaya tela con los lunes”, “a ver si llega ya el fin de semana” y miles de frases similares todas enfocadas al deseo de que sea fin de semana de nuevo para poder tener un tiempo de descanso. Lo mismo, pero con más énfasis, ocurre cuando lo que se acerca es un puente o unas vacaciones. Todos estamos deseando que lleguen.

Entonces es cuando viene a mí esta duda: si es un tiempo para descansar y para hacer planes familiares ¿por qué mi hijo tiene que hacer “tropecientos” ejercicios de deberes? ¿No han hecho ya bastante durante la semana?

Partamos de la base de que es importante reconocer que las tareas escolares son una parte necesaria del aprendizaje y el éxito académico. Las tareas ayudan a los niños a reforzar y practicar las habilidades que han aprendido en clase, así como a desarrollar habilidades de estudio y organización importantes. Yo intento que mis alumnos trabajen en clase tras una explicación de un contenido nuevo para que lo refuercen y resuelvan las posibles dudas que puedan surgir. Además, en clase tienen mi apoyo y acaban de recibir la explicación. Si alguno no consigue terminar dichos ejercicios o si la explicación se ha prolongado más de los esperado (porque han surgido muchas dudas o por cualquier otro motivo) van a tener que terminar estas tareas en casa. No queda otra. Pero hay una cosa que tengo muy clara y que intento aplicar siempre. Los viernes no mando tareas para casa ni pongo exámenes los lunes.

Por suerte, las familias cada vez están más involucradas en el desarrollo académico de sus hijos. Esto hace que todo lo relacionado con el cole obtenga un peso muy importante en la vida familiar y la organización del tiempo libre. Sé de buena tinta que si un niño tiene tareas para el fin de semana el propio fin de semana va a girar en torno a eso y a nada más. Quizás el hacer esos deberes no le lleve más de una hora, pero tan solo el hecho de tener ese “runrún” en la cabeza de los padres y de el propio niño hace que no se disfrute al 100% del tiempo. Si hablamos de un examen ya ni te imaginas (o a lo mejor te lo imaginas demasiado porque lo sufres cada fin de semana). Estás en el parque viendo como tu hijo juega y estás pensando: “y mañana tiene que ponerse a estudiar porque el examen es el lunes”. Y si ves a tu hijo muy relajado o parece despreocupado le recuerdas: – oye, acuérdate que mañana tienes que estudiar para el control del lunes. Para que el pobre no baje la guardia.

Seguro que sabes bien de lo que hablo. Bien porque te ha pasado de niño o porque te está pasando ahora de padre. Cuando una tarea pendiente surca tu mente no puedes disfrutar de tu tiempo libre al cien por cien. Eso que se llama conciencia te lo recuerda cada poco tiempo para que no te relajes. Te coarta la libertad. Como cuando el último día de viaje tienes que coger el avión de vuelta y estás todo el rato mirando el reloj para llegar a tiempo. Como cuando tienes algo en el fuego y estás haciendo otra cosa mientras.

Creo que muchos docentes no somos conscientes de lo que puede suponer para una familia entera mandar tareas para el fin de semana o poner un control un lunes. Es que se llegan a cancelar planes. Planes que llevan hablados desde meses, planes en los que la familia entera iba a disfrutar muchísimo el uno del otro, planes que a saber cuándo se van a poder repetir. Es por esto que aprovecho estas líneas concienciar de la importancia del tiempo libre, pero libre de verdad.

Sed felices.

Manuel García. Docente y creador del podcast Estuviendo.

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