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Nuestros hijos están de vacaciones y tienen mucho más tiempo libre que de costumbre. Entonces, es inevitable que algún momento del día no sepan qué hacer o a qué jugar. Es en ese momento donde empieza el problema. Lo que suele ocurrir casi siempre es que acudan a nosotros.
- Papá, mamá, estoy aburrido, no sé qué hacer.
Pero esto no solo les pasa a ellos. Estoy convencido de que alguna vez, seguramente cuando estás de vacaciones, te sientas que no sabes qué hacer. No estamos acostumbrados a tener tiempo libre. Esta sociedad en la que vivimos, llena de responsabilidades, no nos deja tiempo para “aburrirnos”.
Yo tenía un profesor de matemáticas que decía que aburrirse es de tontos. Que siempre podías emplear tu tiempo en algo: en leer, en pasear, en sentirte a ti mismo, en estar con los demás. Y la verdad, pienso que tenía su parte de razón.
Parece que estamos obligados en dedicar el tiempo a algo. Que no está bien el estar sin responsabilidades. Admito que a mí me cuesta mucho estar sin hacer nada. Hasta cuando voy a la playa estoy siempre haciendo algo: que si un castillo, o un agujero, una muralla para parar el agua, …
Pero volviendo al tema, aburrirse es lo mejor que pueden hacer nuestros hijos. Cuando tienen una tarea, algo que hacer con un fin determinado su mente no se sale de ahí.
Cuando nuestro hijo se aburre y nosotros permitimos que eso ocurra, es cuando su imaginación comienza a florecer. Va a buscar cosas con las que jugar, con las que divertirse, va a usar objetos dándoles usos que no son para los que se han creado, va a imaginar que está en lugares fantásticos y con habitantes increíbles, va a probar a combinar objetos y es entonces cuando su mente se va a expandir.
Muchas veces nos esforzamos por pautar hasta su tiempo de juego y considero que esto es un error. No podemos estar exigiendo siempre algo de nuestros hijos. Debemos dejarles jugar a lo quieran para que la imaginación se haga presente.
Yo siempre que estoy con Manuel quiere que juegue con él. Yo juego con él, pero dejo que él dirija el juego. Dejo que sea él el que diga lo que vamos a hacer y monte la historia. Eso también hace que su imaginación tome partida en el juego, pero creo que es mejor si juega solo. Para conseguir esto, lo que hago es no estar en la zona donde está jugando sino que voy y vengo intentando no interrumpir lo que está haciendo.
También, si te ve que estás haciendo algo y que estás ocupado, se pondrá a “buscarse la vida” y comenzará a jugar solo.
Me gustaría mucho que dejarais en los comentarios si vuestros hijos juegan solo o no y si tenéis alguna rutina o manera de conseguirlo. Estaré encantado de leeros y contestaros.
Pues nada. Hasta aquí el programa de hoy. Espero que os sea útil. Recordad que si os ha gustado la mejor forma de agradecerlo es compartirlo y darle a me gusta.
Un saludo. Sed felices.